martes, 8 de marzo de 2011

Día Internacional de la Mujer

No puedo dejar pasar el día de la mujer sin detenerme a valorar lo que ellas significan para mí. Claro está a la mujer como tal la conozco a través de mis relaciones con ellas, y creo que el verdadero aprecio viene de la experiencia de primera mano.  Digo esto por cuanto la historia está llena de innumerables relatos de mujeres realmente extraordinarias, pero nada se compara a la experiencia del toque de una mujer en tu alma.  Así pues, dos mujeres me han ayudado a entender que Dios nos hizo un regalo de un valor tan grande que nadie podría pagar: la primera fue mi madre y la segunda es mi esposa.
Hoy quiero honrar a ambas con la letra de una canción que captura lo que mi experiencia con ellas ha significado, y creo que muchos de ustedes coincidirán en que ese poder de la mujer descrito en la canción es una realidad.  A mi madre, que en paz descanse, y a mi esposa, que sin ella estaría perdido.

La Quiero a Morir
Francis Cabrel

Y yo que hasta ayer solo fui un holgazán
Hoy soy el guardián de sus sueños de amor
La quiero a morir

Podéis destrozar todo aquello que veis
Porque ella de un soplo lo vuelve a crear
Como si nada, como si nada
La quiero a morir

Ella borra las horas de cada reloj
Me enseña a pintar transparente el dolor
Con su sonrisa
Y levanta una torre desde el cielo hasta aquí
Y me cose unas alas y me ayuda a subir
A toda prisa, a toda prisa
La quiero a morir

Conoce bien cada guerra
Cada herida, cada sed
Conoce bien cada guerra
De la vida y del amor también

Me dibuja un paisaje y me lo hace vivir
De un bosque de lápices se apodera de mí
La quiero a morir

Y me atrapa en un lazo que no aprieta jamás
Como un hilo de seda que no puedo soltar
No quiero soltar, no quiero soltar
La quiero a morir

Cuando trepo a sus ojos me enfrento al mar
Dos espejos de agua encerrada en cristal
La quiero a morir
Solo puedo sentarme, solo puedo charlar
solo puedo enredarme, solo puedo aceptar
Ser sólo suyo, sólo suyo
La quiero a morir

Conoce bien cada guerra
Cada herida, cada sed
Conoce bien cada guerra
De la vida y del amor también

Y yo que hasta ayer solo fui un holgazán
Hoy soy el guardián de sus sueños de amor
La quiero a morir
Podéis destrozar todo aquello que veis
Porque ella de un soplo lo vuelve a crear
Como si nada, como si nada
La quiero a morir


Esta última estrofa me recuerda a Dios en el momento de la creación, pues con un soplo de su aliento inspira vida, no solo en el ser humano, sino en toda la creación.  Creo que el hombre comete el error de pensar en Dios como un ser masculino, cuando lo cierto es, que si se pareciera a algo de esta creación, ese algo seria la mujer.  Vamos, seamos valientes y admitámoslo, nos falta mucho por aprender de ellas.

Jose Soto