lunes, 6 de diciembre de 2010

Simonía ¿Secta antigua?


Simonía
¿Secta antigua?

Todos conocemos el famoso pasaje de Hechos 8.4-25, en donde se relata la "conversión" de Simón el mago. Simón era un comerciante, pero no uno cualquiera, sino uno que comerciaba con el producto más delicado a los ojos de Dios: el alma humana. Simón engañaba a la gente con su magia para hacerla creer que él era alguien de importancia en el reino de Dios. Simón no hacía acepción de personas; dirigía su campaña de mercadotecnia a todos los grupos: "desde el más pequeño hasta el más grande" (v.10). El impacto de su campaña era tan fuerte que llegó a ser conocido como "el gran poder de Dios".  Simón hacía todo esto con un solo propósito: enriquecerse a costa de la ingenuidad de ciertas personas. A este maligno propósito se le llegó a conocer como simonía.

Lastimosamente no estamos hablando de una secta antigua, sino de una secta que ha perdurado a lo largo del tiempo bajo muy diferentes disfraces. Hoy día la secta está más fuerte que nunca. Pero lo más preocupante es constatar que el pueblo de Dios sigue siendo ingenuo, y sigue llamando "gran poder de Dios" a lo que en realidad es el gran poder de Satán. Simón se ha multiplicado por miles, y son muchos los que permanecen atentos (vv.10,11) a todos sus mensajes.

Seguimos teniendo magos que con sus artes mágicas engañan a muchos y por mucho tiempo (v.11). Le hacen creer a la gente que son ”alguien importante" cambiando de cuando en cuando sus nombres; van mudando de "siervos" a "pastores", de "pastores" a "profetas", a "apóstoles", a "ungidos"... y así hasta hacerle creer a todos que son "el gran poder de Dios".

Cuando Simón vio lo que hacían los apóstoles, su espíritu mercantilista se despertó. Si con magia lograba engañar a todos, qué no haría si tuviera el don del Espíritu Santo. Simón no quería el Espíritu Santo para convertirse en siervo útil en las manos de Dios, sino para vender su "presencia" entre la gente.

Los simonistas de ahora siguen el mismo patrón, sin embargo, la multitud no se da cuenta; al contrario son más ingenuos que nunca. "El gran poder de Dios" y la manifestación del "Espíritu Santo" se les vende a cambio de una módica suma semanal, quincenal o mensual, pero no son capaces de discernir el espíritu mercantilista. No son capaces de recordar que la salvación y todos los dones y favores que Dios ofrece a su pueblo son de gratis: «Sanen también a los enfermos. Devuélvanles la vida a los muertos. Sanen a los leprosos, y expulsen demonios de la gente. ¡No cobren nada por hacerlo, pues el poder que Dios les dio a ustedes no les costó nada! Tampoco lleven dinero ni provisiones para el camino. No lleven bastón ni zapatos de repuesto ni ropa para cambiarse. Porque todo trabajador tiene derecho a su comida» (Mateo 10.8-10, TLA).

Se me revuelven mis entrañas cuando veo y oigo a los simonistas de nuestra era, por eso uno mi voz a la del apóstol Pedro, y al simonista descarado le digo: «¡Vete al infierno con todo y tu dinero! ¡Lo que Dios da como regalo, no se compra con dinero! Tú no tienes parte con nosotros, pues bien sabe Dios que tus intenciones no son buenas» (vv.20-21, TLA).

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