lunes, 11 de octubre de 2010

KEEP WALKING


Todos hemos visto la publicidad del whisky Johnny Walker, Keep Walking, Sigue Caminando. El mensaje implícito es entonces, No te detengas.  Este mensaje publicitario me hizo reflexionar en dos pasajes de las Escrituras: Salmo 37.7 e Isaías 40.28-31.
Guarda silencio ante Jehová y espera en él.
No te alteres con motivo del que prospera en su camino,
por el hombre que hace lo malo.
(Sal 37.7)

En el Salmo 37.7 la recomendación del salmista ante las injusticias que se sufren en la vida y que nos golpean directamente es la calma, el silencio, la espera.  Nuestra tendencia es siempre compararnos y desesperarnos.  El salmista nos llama a la quietud, a no enojarnos, no alterarnos, no tener envidia.  Nos recomienda deleitarnos en la compañía del Señor y esperar…  Esperar se ha convertido en una de las virtudes más difíciles de alcanzar.  La gratificación inmediata es lo que todos anhelan y procuran.
Esperar implica confiar, depositarse en las manos de otro.  La dificultad radica en que no sabemos esperar, no hemos sido entrenados para ello.  Cuando se trata de esperar cada minuto nos parece una eternidad, el ritmo cardiaco se altera, nos angustiamos, y poco a poco nos rebelamos, estallamos en enojo, rabia y hasta ira.  No, no hemos sido entrenados en la espera.
Algunas versiones de la Biblia traducen el verbo £md, dama, como estar quieto, no solo en silencio, sino quieto.  ¡Cuán difícil resulta eso!  Siempre queremos actuar, hacer algo, y nos parece que la recomendación de la quietud es algo desesperante.  Pero dudo mucho que la intención del salmista sea que nos quedemos quietos en un lugar sin hacer nada.
Cuando hablamos de esperar, hablamos de esperar por algo. Esperamos el perfecto tiempo de Dios para cada cosa.  Y, ¿qué hacemos mientras tanto?  Esto es en lo que no hemos sido entrenados.  Cómo sobrellevamos la espera, qué hacemos mientras tanto.  Aquí es donde Isaías nos echa una mano.
El pueblo de Israel esperaba en tiempos de Isaías. Esperaba por justicia, esperaba por misericordia, por liberación y restauración.
28 ¿No has sabido, no has oído
que el Dios eterno es Jehová,
el cual creó los confines de la tierra?
No desfallece ni se fatiga con cansancio,
y su entendimiento no hay quien lo alcance.
29 Él da esfuerzo al cansado
y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.
30 Los muchachos se fatigan y se cansan,
los jóvenes flaquean y caen;
31 mas los que esperan en Jehová
tendrán nuevas fuerzas,
levantarán alas como las águilas,
correrán y no se cansarán,
caminarán y no se fatigarán.
(Isaías 40.28-31)
Lo primero que nos recuerda Isaías es que nuestro Dios es eterno.  La eternidad, otro campo en el que nos falta entrenamiento.  Nuestro Dios está en otra dimensión, donde el tiempo no se mide con arena, con la posición del sol o con un Rolex.  Nuestro Dios no es esclavo de nuestras tres dimensiones, y esto escapa a nuestra comprensión; lo olvidamos todo el tiempo, somos seres finitos.  Pero más importante aún, se nos olvida que fuimos rescatados para la vida eterna, y que esta vida comienza aquí y ahora, que tendrá su completa dimensión cuando pasemos a la presencia del Señor a través una transición llamada muerte, que no es más que un paso hacia algo más rico, más completo, más abundante, más lleno de vida que esta vida.  Cuando todo lo que vivimos en este mundo lo medimos con la esperanza de la vida eterna, todo se vuelve transitorio, fugaz, sin importancia… aun el dolor, la pérdida y la injusticia.
Lo segundo que Isaías apunta es que Dios no se fatiga, es una fuente eterna de poder, es el dínamo eterno.  En él se encuentran reunidas todas las fuerzas del universo, nada se le opone, nada se le resiste.  Y tercero, nos dice Isaías, la sabiduría de Dios no tiene parangón.  Él sabe todas las cosas, y todas las cosas se mueven a su ritmo, al ritmo de su plan redentor.  Nada se mueve sin que se dé cuenta --ni aun un cabello de nuestra cabeza cae sin que él lo note.
Así que esperar en el sentido de inmovilidad, de permanencia estática, no existe en Dios; él no sabe qué es eso.  Esperar dejando que el poder se desvanezca no es una opción para Dios; él continúa creando.  Esperar en estado vegetativo no es posible para Dios, su sabiduría lo abarca todo y está en constante movimiento, impartiendo consejo siempre.
 Dios desea que aprendamos a disfrutar de esa eternidad ya. ¿Cómo se logra eso?    
Accedemos a la vida eterna a través del sacrificio de Jesucristo en la cruz, y comenzamos a disfrutarla cuando aprendemos a esperar en Dios, es decir, a confiar plenamente en Dios a pesar de toda  prueba o dificultad. Pero cómo logramos vencer esas dificultades y seguir confiando.
Isaías nos dice que si esperamos en Dios tendremos las fuerzas para continuar en el camino.  En esta oportunidad el profeta usa la palabra hwq, kavah, cuyo significado parece incluir la idea de la estrechez, la tensión de la espera.  Así que las fuerzas para seguir en el camino provienen de la actitud pujante de quien espera en medio de la tensión, de quien espera aun cuando el camino es estrecho. 
En el camino de la vida siempre estaremos enfrentando dificultades que ponen a prueba nuestra capacidad de seguir confiando en Dios, de seguir esperando. Otras veces todo marcha muy fácil.  Algunas dificultades no representan un gran reto, y sentimos como que volamos como las águilas, en otras ocasiones la dificultad ofrece más resistencia, pero seguimos luchando y sentimos que corremos velozmente.  Pero vendrán ocasiones en que la dificultad realmente nos golpea y apenas alcanzamos a caminar, y a veces sentimos arrastrar nuestros pies.  Mas si a pesar de la dificultad seguimos confiando en Dios, en su tiempo, en su propósito, tendremos las fuerzas para seguir caminando.
Consideremos el ejemplo de Juan Bautista en la cárcel.  El texto de Mateo 11.2-11 nos dice que Juan esperaba: «¿Eres tú aquel que había de venir o esperaremos a otro?»  Sí, Juan tenía dudas… si este era el Mesías, qué hacía él en la cárcel, por qué no era liberado. Juan tenía razones para dudar.  Pero veamos la respuesta de Jesús: «Id y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí».  
Muchas veces no entendemos lo que Dios está haciendo, no alcanzamos a entender qué propósito puede haber en la injusticia o el sufrimiento, y hallamos tropiezo en ello.  En esto consiste la prueba: seguiremos confiando a pesar de que no entendemos, seguiremos confiando en su soberanía y sabiduría.  Juan tuvo que hacerlo.  A pesar de estar inmovilizado en una celda, siguió caminando…  su fe no se detuvo… y le costó la muerte.
Así que el secreto de la espera es seguir caminando, no detenerse por nada… quizás no estemos volando, pero seguimos en tierra corriendo, caminando, arrastrándonos, pero lo importante es seguir caminando a pesar de todo obstáculo.  Pase lo que pase, sigue caminando, sigue esperando en Dios, no te detengas por nada.

"Si no puedes volar, corre. Si no puedes correr, camina. Si no  puedes caminar, arrástrate; pero no dejes de moverte". Martin Luther King Jr. 

1 comentario:

  1. Graciaas don Jose por este mensaje, Dios sabe que lo necesitaba, Dios te bendiga y te siga usando.
    Saludes y bendiciones a tu familia

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